En nuestros días hemos visto una gran revolución tecnológica de las funciones de las cámaras digitales de fotografía, aunque no prestamos mucha atención en sus virtudes. Con el simple hecho de poder llevar la cámara a todas partes en nuestro bolsillo de la camisa y obtener fotografías con perfectas imágenes y claras para poderlas imprimir en tienda de auto servicio con solo quitar la memoria portátil de la cámara e introducirla en la ranura de la impresora.

David Livingstone

Hablemos entonces de solo 6 modelos de cámaras extraplanas en esta ocasión.

Un análisis comparativo de seis cámaras digitales ultra delgadas, con el tamaño de una tarjeta de crédito, pero que demuestran algo sorprendente: para Canon, Casio, Fujifilm, Nikon y Sony, el tamaño ya no está reñido con la calidad fotográfica. En materia de tecnología, todo es cuestión de compromisos. Ya saben: cuanto más pequeño, más caro; cuanto antes lo adoptemos, más fallos tendrá; cuanto más llamativo, antes lo tirará en la pecera nuestro niño de dos años.

Pero esta primavera, los fabricantes internacionales de cámaras han roto uno de los compromisos más universalmente aceptados: si quieres una cámara del tamaño de una tarjeta de crédito, reduce tus expectativas fotográficas. Está llegando a las tiendas una nueva categoría de cámaras digitales: modelos tan delgados como elegantes, tan pequeños que caben, al menos físicamente, tras una tarjeta de crédito. Y capaces de captar fotos de alta resolución, detalladas y vistosas, reservadas hasta ahora a modelos mucho más voluminosos.

Tomemos, por ejemplo, la Ixus 50 de Canon, la Exilim EX-S100 de Casio, la Finepix Z1 de Fujifilm, la Coolpix S1 de Nikon y las Cyber-shot DSC-T33 y Cyber-shot de Sony. (Hay otras marcas que también disponen de micro cámaras, pero hemos situado el listón en un grosor de 2 centímetros). Todas excepto una tienen una resolución de cinco megapíxels, suficiente para imprimir copias de tamaño póster. La mayoría pueden capturar vídeos a pantalla completa (640x480 píxels), sin limitación arbitraria en la duración de los mismos. Y a modo de desmentido definitivo, estas cámaras diminutas están equipadas con enormes pantallas de 2 ó 2,5 pulgadas, que facilitan mucho la exhibición de nuestra vena artística. Naturalmente, estas cámaras no están exentas de compromisos. Resulta imposible encoger una cámara hasta el grosor reducido sin renunciar a algunos componentes.

La mayoría carecen de visor óptico: las fotos se encuadran en la pantalla. Los terminales USB, de recarga y de conexión a TV quedan relegados a una base de sobremesa que hay que acordarse de llevar consigo. Ofrecen control manual sobre la sensibilidad luminosa (ISO), el balance de blancos (tonalidad cromática) y la exposición, pero no es posible elegir la velocidad de obturación ni la abertura. El zoom está limitado a 3 aumentos.

No obstante, la limitación principal es la duración de la batería. Las cámaras tipo tarjeta de crédito alcanzan entre 150 y 200 disparos por carga, lo cual suele bastar para una jornada de fotos, pero queda muy lejos de las 500 fotos que se pueden obtener con las cámaras de tamaño más normal. Por otra parte, es más probable que llevemos encima una cámara tan pequeña cuando surgen las grandes ocasiones fotográficas. Y, en realidad, esa es la mitad de la gracia de las fotos.

Los 150 disparos de duración de la batería resultan decepcionantes, y carece de obturación rápida para deportes. Por lo demás, la Ixus 50 es una gran mini cámara, cuyo precio recomendado es de 399 €.

Canon Ixus 50

En muchos aspectos, la tarjeta-cámara de Canon es la que más se aproxima al carácter de una cámara clásica. Es la única de las seis que no necesita base de sobremesa: su cable USB se conecta directamente a un Mac o un PC. Es el único modelo provisto de visor óptico (aunque sea del tamaño de una ameba). Y sólo la Canon es capaz de girar y mostrar automáticamente las fotos hechas con la cámara en posición vertical.

La Ixus 50 se puede esconder tras una tarjeta de crédito, pero con sus 2 centímetros de grosor, es una de las flaco-cámaras menos flacas; está claro que Canon valora la competencia fotográfica por encima del factor de asombro.  Y esta cámara está siempre a punto: grandes iconos confirman en pantalla que hemos activado el flash de relleno, el modo de macro o el auto-temporizador. La modalidad de ráfagas, a razón de dos disparos por segundo, aumenta las posibilidades de éxito en los partidos de fútbol. Y cuando hay poca luz, la lámpara de asistencia al enfoque automático asegura un enfoque perfectamente a claro.

Si esta cámara no le deja sin aliento, es que ya no respira. Con unas dimensiones de 89 x 56 x 15 mm, es la más pequeña de nuestro lote. De tan plateada y pulida, casi parece una joya. En cambio, fotográficamente no es ninguna maravilla. La resolución de la pantalla es tan baja que se aprecia el grano de los puntos. La resolución también es inferior al resto: sólo 3,2 megapíxels (afortunadamente, su precio es asimismo bajo: 299 €).

Casio Exilim EX-S100

Las películas están limitadas a una resolución de cuarto de pantalla (320 x 240 píxels). No tiene modalidad de ráfaga ni lámpara de asistencia al enfoque automático, y es la única de las seis que no puede mostrar las fotos en el televisor. Los tiempos de arranque y entre disparos son generalmente excelentes, pero uno tendría tiempo de darse un buen paseo mientras el flash se recupera. De todos modos, como cámara instantánea, la S100 es una pieza electrónica muy atractiva. Lleva incorporado un despertador, funciona como marco fotográfico digital mientras está en la base de recarga, y la función Best Shot Scene de Casio lleva al máximo el concepto de las pre configuraciones (mi preferida es la opción Coupling, que permite a dos personas fotografiarse mutuamente por separado y aparecer juntas en la misma imagen, gracias a una hábil fusión de escenas). Simplemente, no hay que esperar fotos con la calidad de un National Geographic.

 

 

 La nueva Z1 (369 €) también llama poderosamente la atención, esta vez en dos versiones: mate y plateada. Y es deliciosamente rápida: al ponerse en marcha (menos de un segundo) y entre disparos. Comparadas con la cosecha de años anteriores, la mayoría de estas cámaras sufren de muy poco retraso de obturación (el desesperante retraso de enfoque que transcurre entre la pulsación del botón y la captura de imagen), pero tanto esta cámara como la Casio enfocan casi instantáneamente.

Fujifilm FinePix Z1

El objetivo zoom de esta cámara no necesita desplegarse hacia el exterior, y ésa es una de las razones por las que arranca tan rápidamente: el mecanismo de zoom está hábilmente montado en posición vertical en el interior de la cámara; un prisma desvía la luz internamente. (Las cámaras de Nikon y Sony utilizan el mismo diseño, visto por primera vez en la serie X de Minolta). Para dejar el objetivo a la vista y encender la cámara, hay que deslizar una tapa delantera hasta que haga clic.

La Z1 también ofrece algunas funciones poco habituales. Por ejemplo, antes de disparar, se pueden mostrar vistas reducidas de las tres últimas fotos en la parte izquierda de la pantalla, por si no recordamos qué es lo último que fotografiamos.

Por desgracia, ésta es la única cámara que carece de rosca para trípode. También carece de lámpara de autoenfoque y de modalidad de ráfaga, y utiliza tarjetas de memoria XD, un formato de los más caros. Limitaciones todas ellas que serían nimiedades si la competencia no fuera tan atractiva.

Foto 1

 La primera incursión de Nikon en el campo de las cámaras ultradelgadas se parece mucho a un acierto pleno. La S1 es tan pequeña como elegante, con una extraordinaria pantalla de 2,5 pulgadas y la mejor batería del lote.

 

 

Nikon Coolpix S1

La S1 es de las gruesas (2 cm). Sus películas a pantalla completa son de sólo 15 cuadros por segundo, en lugar de 30, y el retraso de obturación puede ser un problema. (Ayuda pre-enfocar pulsando el botón de disparo hasta la mitad de su recorrido, como también lo hace utilizar el modo de enfoque continuo, que trata de seguir un sujeto en movimiento).

Por lo demás, prácticamente todo el resto de esta cámara de 399 € es excelente. La modalidad de ráfaga realiza 1,8 disparos por segundo. Se pueden seleccionar pre-configuración muy eficaz para 17 condiciones de iluminación, como son Fireworks (fuegos artificiales), Night Portrait (retrato nocturno) y Undewater (bajo el agua). (Existen carcasas estancas para las cámaras de Canon, Nikon y Sony). La S1 incluso crea espectaculares películas a partir de disparos efectuados a intervalos.

Por encima de todo, la Nikon es la número uno de estas cámaras en cuanto a calidad fotográfica. Y en el fondo, eso es una gran cosa tratándose de una cámara.

 

 Para ser una cámara instantánea, resulta muy potente: autoenfoque continúo, modalidad de ráfaga y pre configuraciones de enfoque manual. Las películas de vídeo tienen el tamaño y la suavidad de la TV, siempre que se utilice la variante Pro, más cara, de las tarjetas de memoria Memory Stick Duo de Sony.

 

Sony Cyber-shot DSC-T33

Esta suntuosa y elegante lámina plateada (430 €) es, por tamaño, la mayor de las cámaras de nuestra comparación. Su característica más destacada es la espectacular pantalla, cuyo brillo, claridad y rapidez de refresco hacen creer que estamos mirando por una ventana de 2,5 pulgadas. En lugar de achantarse a plena luz del sol, la pantalla aumenta su propio brillo al reflejar la luz que recibe. Incluso se puede apagar la retroiluminación, para ahorrar batería.

 

 

 Esta cámara tiene el mismo objetivo, el mismo mecanismo de zoom interno, el mismo sensor y la misma pantalla que la T33, pero es completamente distinta: es la cámara con zoom más delgada del mundo (tal vez por eso cuesta 500 €).

Al no poder encajar el mecanismo interno de zoom y la pantalla en el mismo centímetro de grosor, Sony ha tenido que desplazar la pantalla hacia la derecha, donde normalmente estarían los mandos. En consecuencia, hay que accionarlos con el pulgar izquierdo. Una extraña pestaña metálica sobresale por la derecha, para que podamos apoyar el pulgar izquierdo sobre algo.

 

Sony Cyber-shot DSC-T7

La delgadez de la T7 es casi imposible: menos de un centímetro entre el frontal y el respaldo. La pequeña tapa deslizante del objetivo añade medio centímetro más, pero aún así, esta cámara provoca demostraciones de asombro allí donde se muestra. Como atractivo suplementario para viajeros, no es preciso llevarse toda la base de sobremesa: un pequeño adaptador de una pulgada ofrece terminales USB y de TV.

Al aproximarnos, se aprecia que las fotos de la T7 son algo más "suaves" (menos detalladas) que, por ejemplo, las de la Nikon, y en las fotos con flash acostumbran a hacer su aparición los ojos rojos. Pero tanto el color como la saturación y el contraste son extraordinarios. Por encima de todo, correríamos el riesgo de despreciar por demasiado atractiva una cámara tan ridículamente delgada, si no hiciera unas fotos tan buenas.

 

¡Las ganadoras!

Hágase esta pregunta: ¿qué es más importante: que la gente se maraville de su cámara, o las fotos que hace con ella? Si es la cámara (no, no se avergüence, le entendemos perfectamente), quédese con la Sony T7. Las fotos son excelentes, ofrece todas las funciones necesarias, y es tan pequeña que prácticamente se puede llevar en la cartera.

En cambio, si le importan más las fotos, la Nikon S1 y la Canon Ixus 50 son las mejores en todas las condiciones de iluminación. (En esta página tiene fotografías de muestra de las seis cámaras). La Nikon tiene una pantalla mayor, su batería dura más y sus fotos son ligeramente superiores. Pero decidirse por la Canon, algo más pequeña, implica no tener que lamentar nunca el olvido de la base de sobremesa.

En cualquier caso, estas cámaras demuestran que la ligereza ya no implica conformarse con una calidad fotográfica mediocre. Cuando compre usted una, empezará a disfrutarla desde el mismo instante en que se la pasen por debajo de la puerta.

Más información:

Slim Profiles

 

 

 

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